Cuelgamuros. EL Valle de los Caídos
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Julio Beobide y Goiburu, nace un 19 de Diciembre de 1891. Julio es el último de los cuatro hijos que tuvo el matrimonio formado por Tiburcio Beobide y Maria Goiburu.

El pequeño Julio desarrolla durante su niñez unas precoces aptitudes artísticas, sin duda abonadas por el ambiente familiar, no obstante todos sus hermanos tienen marcadas aptitudes artísticas, en concreto para la música en cuyo arte sobresalió el mayor de los hermanos, José María organista y compositor de renombre.

 

Como tantos otros escultores, Julio se aficiona en primer lugar al dibujo, a cuyo ejercicio dedicaría muchas de las horas de sus jornadas cotidianas.

En 1905 Beobide con trece años de edad entra como interno en la Escuela de Oficios que la congregación Salesiana tiene en Baracaldo. En esta escuela se impartían enseñanzas básicas además de la maestría industrial en artes y oficios donde se impartían conocimientos de sastrería, albañilería, ebanistería y escultura entre otros nobles oficios.

El joven Julio recibía con aprovechamiento sus enseñanzas primarias al mismo tiempo que estudiaba solfeo y piano, sin abandonar en ningún momento su verdadera pasión, el dibujo al que dedicaba largas horas de su asueto más otras cuantas hurtadas al cumplimiento de sus obligaciones.

Mientras cursaba su primer año como interno, se recibió en Baracaldo la visita desde el Colegio Salesiano de Sarriá (Barcelona) del Escultor Asorey. Este escultor gallego que ya había alcanzado fama como tallista se puso al frente de la sección de escultura del colegio de Baracaldo. Uno de los primeros proyectos de Asorey como responsable de la asignatura fue  la renovación de las imágenes del acapilla del colegio.

Al taller-aula de Asorey acudía el joven Julio Beobide tímidamente al principio fascinado por el modo del escultor gallego de transformar el barro en seres con forma definida, expresión y vida.

Vive Beobide, desde este momento, una época que marcaría profundamente su futura y prolífica obra como escultor. Convive en este tiempo con otros compañeros, que como el, alcanzaría gran renombre como imagineros (Delfín Délica y Juan Guraya entre otros). Beobide se especializa en este tiempo en la talla en madera sin despreciar en absoluto otras técnicas escultóricas que también cultivará y trabajará a lo largo de su extensa obra.

 

En Baracaldo pasan tres intensos años fundamentales en su formación. En 1908 acude a la escuela de tallistas que se ha creado espontáneamente en la construcción de la Cripta de la nueva Catedral de Vitoria donde trabaja en la decoración de filigranas de las puertas.

Es en este momento donde recibe su primer encargo remunerado como tallista en la decoración de la fachada principal de la Parroquia de Rentaría. Julio Beobide aún no ha cumplido los 17 años de edad.

En 1910 acude a Bilbao a continuar su incansable formación escultórica con el maestro Quintín de la Torre. Si Francisco Asorey introdujo en la escultura a nuestro joven protagonista, fue el maestro de la Torre quien le hizo percibir la emoción sentida ante el patetismo de sus Vírgenes dolorosas.

Beobide descubre la devoción y sinceridad de sentimientos de la gente del pueblo al contemplar las imágenes religiosas del maestro de la Torre. De esta época surgió sin duda, el decidido impulso de Beobide a realizar siempre su arte para el pueblo llano, para la gente sencilla.

En 1915 marcha a Valencia a conocer y estudiar los museos y esculturas de la ciudad. Fue esta una de las únicas y raras ocasiones que el escultor salió de la Vascongadas y, de hecho, llegó a manifestar en repetidas ocasiones lo insatisfecho que quedó de este viaje. Volvió a los pocos meses a su Zumaya, en la que seguiría desarrollando un carácter marcado por el nacionalismo vasco que profesaba abiertamente.

 

 

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